AMPLIACIÓN CONTENIDO
Recreación artística de la caída del meteorito en Molina de Segura. (Foto: SINC)

Se cumplen 150 años del impacto del mayor meteorito caído en España

Hace 150 años, en la madrugada de la Nochebuena de 1858, "las personas que estaban en las calles, en los caminos y en los campos vieron aparecer un magnífico globo de fuego de una brillantez extraordinaria y deslumbradora, que ostentando los colores del arco iris, oscureció la luz de la luna y descendió majestuosamente desde las regiones aéreas". Así se recoge en un informe encargado por Rafael Martínez Fortún, vecino del municipio murciano de Molina de Segura, en cuya hacienda cayó el mayor meteorito recogido en España.
En 1863 la reina Isabel II aceptó su donación al Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), donde se conserva y exhibe desde entonces. El relato de Martínez Fortún se recoge en un reciente estudio publicado en la revista "Astronomy and Geophysics" por los científicos Jesús Martínez Frías, geólogo planetario del Centro de Astrobiología (INTA/CSIC), y Rosario Lunar, catedrática de Cristalografía y Mineralogía de la Universidad Complutense de Madrid.

Martínez Frías explica que la masa del meteorito de Molina de Segura rondaría los 144 kilos al caer, pero se dividió en varios fragmentos, y el más grande, de 112,5 kilos, es el que actualmente se muestra en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), en Madrid.
Los autores precisan que se trata de una condrita ordinaria, un meteorito rocoso muy primitivo formado por pequeñas partículas esféricas, denominadas cóndrulos, que proceden de la solidificación de polvo y gas de la nebulosa solar primigenia, aquella que dio origen al Sistema Solar y a nuestro propio planeta.
Las condritas, que constituyen más del 85% de todos los meteoritos conocidos, se clasifican en diversas clases dependiendo de su mineralogía, texturas y geoquímica. El de Molina de Segura es del tipo H5, por su alto (High, en inglés) contenido en hierro, y por pertenecer al tipo petrológico 5 (número indicativo del grado de alteración sufrido en el "asteroide padre").
Además de las características mineralógicas y geoquímicas del meteorito, el estudio recoge gran parte del informe encargado por Rafael Martínez Fortún. Este vecino de Molina de Segura era el propietario del bancal de cebada donde cayó la roca, y se preocupó de elaborar y registrar legalmente "el testimonio literal de la información ad perpétuam a objeto de acreditar los fenómenos físicos que se observaron al descender un aerolito en la madrugada del día 24 de diciembre de 1858".
Este y otros documentos han salido a la luz gracias a la labor de los expertos del archivo del MNCN. En el informe uno de los testigos declara que, a los "tres cuartos para las tres de la mañana", observó que repentinamente se iluminó la atmósfera por "un gran lucero de un resplandor que eclipsaba la luna, y que caminaba del Mediodía al Norte".
Otro comenta que vio descender "un globo de fuego brillantísimo y de hermosos colores, que no parecía sino que descendía a la Tierra una de las estrellas del cielo".
"Pasó por encima de esta ciudad a tan poca distancia de la torre de la catedral, que creyeron que iba a tocar en la linterna de dicha torre, pero no sucedió así, sino que recorrió unas tres leguas más, salvando esta ciudad y su término", aparece en el documento encargado por Martínez Fortún.
El impacto sobre el terreno produjo tal sacudida que levantó de la cama a los vecinos de Molina de Segura, un municipio de la vega murciana que actualmente ronda los 65.000 habitantes. "Despertaron muchas personas de las que se hallaban durmiendo, y todas, excepto las que observaron el fenómeno al aire libre, creyeron que era una de esas tormentas tan frecuentes en esta localidad, llenándoles de terror", continúa el relato.
Varios de los declarantes coincidieron en señalar que se oyó un gran ruido "como el de un cañonazo", acompañado de un temblor de tierra "parecido al que ocasiona un terremoto".
Algunos curiosos se acercaron al lugar de la caída unos días después, "y quedaron todos confusos sin saber quién podría haber producido aquello". Como removieron un poco la tierra y no encontraron nada, "olvidaron completamente" el suceso. Posteriormente, "durante la siega de la cebada", a uno de los segadores le llamó la atención el hoyo formado por el meteorito "y escarbando con la hoz tocó un cuerpo duro y resistente, lo que comunicó a sus compañeros", cuya curiosidad les animó a profundizar en el terreno para ver lo qué descubrían.
"Encontraron una piedra de figura cuadrangular, color negruzco y de un peso extraordinario comparado con su volumen, pues tenía diez arrobas y quince libras, lo cual, unido a que no se parece a piedra alguna de las que ellos habían visto hasta entonces en aquellos alrededores ni en otra parte, les llamó sobremanera la atención, quitándole uno de ellos un pedazo con un golpe que le dio con una maza de hierro", detalla el informe.

Fuente El Mundo.

30/12/2008 09:57:16